El paisaje habitado de la fotografía de 1933 se refleja de forma múltiple sobre el inhóspito e inusual paisaje madrileño.
Los obreros, que aprovechan su descanso para comer sentados sobre una de las enormes vigas que están colocando, se reflejan primero en el puente y luego en el lago del parque.
Con la inserción de los personajes el parque adquiere la calidad de escenario, un escenario en que se enmarca y en el que la vegetación interpreta el papel antagonista de los edificios de la gran ciudad.
La escena resultante, que se encuentra entre lo teatral y lo fotográfico, recibe como consecuencia su propio nombre reflejado en el marco:
NATTAHNAM EVOBA GNITAE
