SENCILLAMENTE ADIOS


Amalgama, cobijo silente de nuestra obra durante algunos meses, es hoy una hamburguesería. Se acabó. Con un carrito y esa bolsa de cuadros en nylon blanco, rojo y azul en la que la miseria oculta sus tesoros reconocimos los restos. En esos pozos plásticos de frontera me llevé el color y el dolor de nuestros cuadros. Estaban cuidadosamente ocultos en bolsas de basura, sin el honor dorado de los cadáveres en las cunetas y las aceras. Nuestro hijo mayor quedó abandonado sobre el skay. Con los pulpos prietos arrastramos nuestro placer y condena hasta un parking mientras la memoria repasaba las paredes hoy empapeladas de chevrolet, camionetas y luciérnagas. Un efímero intento de fama se fustró con gesto claro. Así que el carro volvió a casa con las ilusiones vestidas de negro plástico, como los desperdicios de los ricos o de los pobres. Todo un icono porque lo nuestro es basura orgánica....basura que nos da vida, que nos impulsa y nos mueve.