SOPA, SOPA, SOPA

En el funeral de las sardinas frescas Tapat22

Ahora que las luces y los papeles, más o menos satidos, son ocupados por gentes, pocas , hormonadas con la cita y en monocultivo de hiperculturación, llega el momento de que los tontos levantemos el dedo que no nos apetece mordisquear. Estos que se suben a los nuevos altares llegan sin escalera, anidan en su libertad a costa de humillar al lego. Nos cuentan, se presentan para evitar que participemos, simplemente para que doblemos y no nos atrevamos a mirar. Se exceptúan aquí las pantallas que están a medio camino entre la vergüenza y la altivez. Por eso entre transgresión y transgresión, que siempre pasa por caja, nos negamos a comer. El pienso compuesto, como oferta visible, facilita la digestión (mass) pero tiene unas deposiciones oclusivas hasta el cerrojazo. Por la defensa de un tránsito equilibrado nos hemos visto en la obligación de dibujar torpemente en el ante una flecha, mancharnos con el polvo de tu luna y mirar al sol para certificar que el problema son las moscas volantes.